¿Habéis escuchado a vuestros hijos soñar en alto sobre su futuro? ¿Os hablan con ilusión de sus planes, de todo aquello que quieren crear y para lo que les sobran ideas? ¿De lo que están dispuestos a mejorar la sociedad, a ayudar a los demás? En su visión infantil o juvenil nada les frena. Proyectan su futuro y se ven ganando dinero sí, pero al mismo tiempo, mejorando su entorno. Va calando el mensaje que llevan años escuchando. Las palabras reciclaje, sostenibilidad, y expresiones como “no dejar a nadie atrás” o “cuidar del medioambiente”, tienen para ellos tanto o más sentido de lo que tuvieron para nosotros, sus padres, cuando también visualizábamos a qué nos podíamos dedicar sin pensar si nuestras actuaciones podían comprometer el clima, o si nuestros sueños encontrarían o no lugar en el mercado laboral de entonces, necesitado de profesionales de muchas disciplinas.
Estos días probablemente estéis escuchando en diferentes medios de comunicación noticias sobre la Agenda 2030 y sus 17 objetivos. También sobre el dinero que llega para ayudar en la recuperación económica tras la COVID-19. Se nos insta a generar empleo “de calidad” y a descubrir nichos de mercado orientados a esa mejora del entorno de la que nuestros hijos ya son tan conscientes y de la que habla la Agenda 2030, en los que la tecnología, el análisis de datos, o la inteligencia artificial van a jugar un papel fundamental como las materias más demandadas.
¿Debemos entonces preocuparnos por algo?
Todo parece casar: por un lado tenemos personas ilusionadas, con espíritu emprendedor y ganas de luchar y, por otro, posibilidades de futuro y fondos que llegan para ser invertidos en la mejora del mundo. ¿Qué podría fallar?
Con este artículo queremos hacerte reflexionar y darte algún consejo que quizá sea útil para ese hijo o hija que tienes que sueña sin ponerse límites.
Los conocimientos técnicos serán fundamentales, desde luego. Son lo que ahora se llaman habilidades duras, la base, lo que para sus progenitores, nosotros, fue fundamental en su día para conseguir un puesto de trabajo. Pero ¡ojo!, también hoy se piden personas que, además de esas habilidades duras, tengan habilidades blandas, lo que se conoce como soft skills en el mercado laboral. ¿Qué habilidades son esas? ¿Para qué les hacen falta si nuestros hijos sacan notables y sobresalientes? Son habilidades como la flexibilidad, la resiliencia, la capacidad de trabajar en equipo, de seguir aprendiendo, y valores como la honestidad, la prudencia, la responsabilidad…
El mundo que a ellos les tocará vivir y en el que tendrán que aprender a desenvolverse será un mundo cambiante y la capacidad de adaptación constante será fundamental en su puesto de trabajo o en las empresas que deseen crear. No podrán ser personas empeñadas en hacer siempre lo mismo, ¡si ni siquiera hoy se conocen los puestos de trabajo que están por llegar! Sabemos qué puestos están desapareciendo: aquellos en los que sea fácil la automatización por ser repetitivos; aquellos para los que comercializar gracias a internet ha supuesto una ventana abierta al mundo, que no es solo mi ciudad… Pero no sabemos los que surgirán, ¡todavía no se han creado! ¿Por qué ser flexibles entonces? Porque la puerta ha de permanecer siempre abierta al cambio, a la mejora, al deseo de aprender lo que llegue para ser capaz de hacerlo y de hacerlo con humanidad, pensando en esa Tierra que hay que curar donde no todo vale. 193 países han firmado un pacto para que el desarrollo sea sostenible y con un lema claro: no dejar a nadie atrás. Por eso, precisamente por eso, es necesario volver a hablar de esas habilidades y también de HUMANIDAD, y poner el foco en los valores.
«En ese mundo global, nuestros hijos trabajarán sin puertas, en campos abiertos, por eso saber trabajar en equipo es otra habilidad blanda a tener presente cuando compartan su trabajo con personas de diferentes edades y nacionalidades»
Continuemos con la resiliencia, el aguante y la prudencia, la previsión y el avanzar paso a paso. ¿Quiénes se mantienen en pie tras los momentos de dificultad? Los previsores que saben que las cosas pueden cambiar de un día para otro, los que ya han pasado por dificultades, los que ya se han caído y se han levantado, los resilientes. Eso se pide también para soñar en el futuro: no quebrarse con facilidad, ver más allá del corto plazo, ser previsor. Con su responsabilidad, y volvemos otra vez a hablar de valores, arrimarán el hombro cuando más se les necesite y, con humildad, sabrán reconocer que no saben nada en ese nuevo mundo cambiante que obligará a reciclarse constantemente en cualquier profesión o empresa donde ejerzan su labor, para seguir adelante sin provocar daños.
¿Acaso antes no se quería contratar en las empresas personas honestas y responsables? ¿Por qué hoy los valores vuelven a irrumpir con fuerza? El mundo es otro, el estilo de liderazgo cambia, se aprende de los errores, y muchos emprendedores han olvidado la finalidad principal que ha de poner el engranaje de una empresa, cualquiera que sea, a funcionar: hacer el bien a la sociedad.
En nuestra fundación, nuestra empresa, tratamos de recordar todos estos temas a través de nuestras publicaciones, centrándonos sobre todo en aquello que se nos ha olvidado: las cualidades blandas y los valores. Del resto, las habilidades duras, el conocimiento técnico que siempre se ha demandado, damos a los jóvenes lectores unas pautas porque, lo que también es una realidad, es que muchos jóvenes de hoy afrontan el mercado laboral sin unos conocimientos básicos sobre economía, finanzas y emprendimiento.
Esa es nuestra misión: transmitir a niños y jóvenes conocimientos mínimos de estas materias recordando la importancia máxima de aquellas habilidades relacionadas con el comportamiento y las emociones de las personas que, fue siempre fundamental en cualquier empresa, negocio o profesión, pero que a muchos se les ha olvidado: las habilidades blandas y los valores.
Por eso hemos creado el abecedario del buen emprendedor, que podrás crear con tus hijos y te permitirá trabajar conceptos relacionados con contenidos del libro Mi primer viaje al mundo de la empresa y los emprendedores. Su objetivo es que tus hijos se familiaricen con contenidos relacionados con el emprendimiento: rasgos de la persona emprendedora, miedos, cualidades y valores, así como con la empresa y sus partes comparándolas a las del cuerpo humano. Aprenderán nuevo vocabulario jugando con las tarjetas que fomentan la lectura y escritura de manera entretenida y creativa.